Retratos obsoletos



Quienes crecieron en la década de los 80 y 90 con los colores neón, la vestimenta que consistía en capas y capas de ropa holgada, los peinados hechos con crepe y sostenidos con laca, recordarán que aquellas épocas constituyeron un gran avance en la ciencia y ocurrieron grandes hechos que cambiaron la historia de la humanidad.




Uno de  los grandes avances en materia de tecnología se vivió con la evolución de la computadora. Esa máquina cuyo origen se remonta a los años 40, cuando la Universidad de Pennsylvania desarrolló el ENIAC [Computador e Integrador Numérico Electrónico], la primera computadora electrónica programable que operaba con válvulas o tubos de vacío, creada con el propósito de simplificar y acelerar el engorroso proceso de los cálculos, que era de enormes dimensiones y sólo se  utilizaba para las labores del Ejército de Estados Unidos.




Fue hasta finales de los setenta que nació la computadora personal, pero su auge lo tuvo en los ochenta, años que definitivamente constituyeron el gran despegue de la PC. En ese momento se masifica la venta y comienza a llegar a  los hogares.




Junto con la computadora personal también se desarrollaron diversos dispositivos de almacenamiento, elementos que también han tenido una rápida evolución. A lo largo de la historia se ha buscado el sistema más pequeño físicamente y con mayor capacidad para almacenar más cantidad de información y dejarla disponible para cuando es necesario utilizarla.




Justamente en aquellos años tuvo su origen el floppy disk o disco flexible, ¿lo recuerdan? El famoso disquete, que toma su nombre similar al casete, siendo ambos un sistema de almacenamiento magnético, y que alcanzaron gran popularidad en la era de los 80.



Aunque en su momento estas unidades fueron de gran utilidad, hoy en día nadie utiliza los disquetes pues tampoco existen máquinas que tengan entrada para ellos, y muy probablemente las nuevas generaciones ni siquiera los conocen. Una vez más, los pasos agigantados de la tecnología los ha reemplazado quedando obsoletos.  También se ha demostrado que su desuso se debe al consumismo desenfrenando y al despilfarro en extremo del nivel superior en la cadena alimenticia.




Curiosamente, en Londres vive un artista que sí los utiliza y no sólo uno sino muchísimos. Nick Gentry es un pintor que influenciado por el comunismo, la tecnología y la cibercultura, hace una crítica a la sociedad moderna y pone énfasis en el reciclaje y la reutilización de los objetos obsoletos.



Gentry es autor de retratos únicos en los que utiliza lienzos hechos a partir de disquetes y otros formatos de reproducción olvidados como casetes, VHS, fotos instantáneas y, por ahí se cuela, una que otra radiografía y negativos de película.




El trabajo de Gentry reflexiona sobre el paso rápido de la tecnología y la facilidad con que nos olvidamos de lo que ya no se considera útil, por eso ha desarrollo este proyecto al que ha titulado El arte social desde lo obsoleto.




Sus imágenes dejan entrever la forma y las etiquetas de los disquetes a través de la pintura para dar carácter a los rostros que pinta. Utiliza el centro metálico del reverso de los discos y cintas para ubicar los ojos de los personajes, unos globos oculares, un tanto robóticos, que transforman la expresión en vacío.




Retratos que captan al ser humano en un contexto social y tecnológico que reflejan el avance digital y la rapidez con la que el futuro nos alcanza.




El mensaje que Nick Gentry resalta de su obra es que “los objetos viejos tienen un encanto único y una historia que no se puede encontrar en lo nuevo”, y le fascina la idea de que en cada uno de esos disquetes, bajo la pintura, haya información personal encerrada para siempre.



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