Un erizo muy peculiar


Las analogías son una especialidad de los mexicanos. A todas y cada una de las personas se les encuentra algún parecido con un personaje, ya sea de cómic, televisión o cine, incluso con animales [en realidad no sabemos si en otros países existe este caso].



De ahí sobrevienen los apodos, sobrenombres que se quedarán grabados en la memoria colectiva hasta el fin de los tiempos.



Hay personas con una imaginación tan exquisita para poner un apodo que hasta el afectado termina agradecido por esa rebautizada. Para lograr la colocación de los sobrenombres se requiere de ser asertivos en la semejanza, algo en que los demás encuentren el parecido de inmediato.



Todos y cada uno de nosotros tenemos familiares y amigos que cuentan con un apodo. La parte cómica viene cuando alguien lo llama por su nombre real y nadie sabe de quién se está hablando.



Si físicamente se parecen a alguien, si se visten de alguna forma, si tienen cierto andar, si alguna parte del cuerpo es más grande de lo normal, todos los defectos son propicios para ganarse un apodo.



Los hombres cuando van a la peluquería y piden que les dejen el cabello muy corto, y si es lacio, les queda el cabello levantado, lo cual inmediatamente remite a unas púas, otros más dicen que si les avientan chaquira se quedan incrustadas y no falta quien los compara con un erizo, el animalito que tiene su cuerpo lleno de espinas [que en realidad es pelo hueco repleto de queratina para darle rigidez]. ¡Ah! Y no falta que cuando alguien se enoja, otro sale con la puntada de decir: “¡uy, ya se erizó!”



Y precisamente hay unas espinas que se han vuelto muy famosas en la red y tienen que ver con este pequeño mamífero que se las tiene que ingeniar haciéndose bolita para defenderse de los depredadores, o sea, él si se eriza.



Marutaro es el nombre de un erizo que vive en Japón con su esposa Okomesan y su hijo Kinoko. ¿Qué tiene de peculiar? Cuenta con la nada despreciable cifra de más de 41,800 seguidores en Twitter. ¿Por qué? Porque su dueño se la pasa tomándole fotos con ciertos aditamentos que lo hacen parecer gracioso.



Este erizo pigmeo y su familia pertenecen a alguien que no quiere saltar a la fama, ya que siempre se ha mantenido detrás de la lente sin mostrar ningún tipo de identidad. Lo que es un hecho es que Marutaro no necesita de más publicidad que su inocente cara.



Las imágenes tienen el elemento sorpresa de adaptarse a la mascota por medio de un trozo de papel que le da una gesticulación diferente a su cara. Puede estar sonriendo, enojado, con lentes oscuros a la rockstar, gruñendo o sacando la lengua.




Para ver más locuras de Marutaro, visiten su Twitter.

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