Amor sin etiquetas



La sociedad se empecina en etiquetar todo lo que ve, lo que oye, lo que tiene a su alcance. Es una característica no muy grata, porque esas etiquetas pueden llegar a afectar el rumbo de una dinámica social. Las personas, los animales, las cosas tiene su propio y único rol, y no hay necesidad de encasillarlo.




El que alguien o algo pertenece a un rubro es una cualidad de la diversidad en este universo. Es una fortuna que no todo sea igual, que el mundo no se mueva como una máquina y que los entes no sean los engranes. El enroque de la vida significa que se debe de respetar y tolerar las situaciones, siempre y cuando no lesionen los valores que cada quien tenga.





Una de las etiquetas más comunes a nivel mundial es la que alguien se le ocurrió que los perros y los gatos no se llevan bien. Es falso y eso lo pueden declarar quienes tienen a ambas mascotas en sus casas. Perros y gatos son dos seres vivos sólo físicamente diferentes, pero cada uno tiene su propia percepción y claro que no es la de odiarse.




Henry y Baloo llevan una amistad que bien podría ser hermandad. Sus lazos fraternales superan las expectativas del cariño entre un perro y un gato. Andre, su papá humano, es feliz porque se convirtieron en sus inseparables compañeros durante sus constantes expediciones por el oeste de Estados Unidos. Las imágenes que sube a su cuenta de Instagram son un aliciente para percatarse que el mundo no debe de ser etiquetado.

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